En cada cultura existen ciertos temas estigmatizados que despiertan en los miembros de la comunidad sensaciones de temor, desagrado o respeto. Esta misma consideración alcanza también a las palabras con las que la lengua hace referencia a esa realidad valorada negativamente, de forma que acaban por ser tomadas como voces soeces, vulgares y de mal gusto. Por este motivo se emplean exclusivamente en situaciones informales o coloquiales: son llamadas palabra tabú, que suelen referirse a temas fundamentales: el sexo; lo escatológico (ciertas partes del cuerpo, la excreción y algunas funciones fisiológicas básicas); la muerte y la enfermedad; y, finalmente, la religión y lo sobrenatural.
La utilización de las palabras tabú despierta en los interlocutores, según la situación de comunicación, reacciones diferentes, como el escándalo, la recriminación, el rechazo social e, incluso, la violencia y la denuncia. Para evitar las reacciones negativas, los hablantes recurren a procedimientos lingüísticos como el eufemismo y el circunloquio, o la deformación fonética de las palabras tabú. En los eufemismos se sustituye la palabra que se refiere a algo desagradable, estigmatizado o prohibido, por otro término que se relaciona más difícilmente con ese problemático referente.
También, cada uno de los temas mencionados cuenta con su propio repertorio de eufemismos. Así, para referirse al hecho de morir, el hablante dispone de un amplio número de expresiones eufemísticas, como dar el último suspiro, dejar de existir, expirar; para aludir a la muerte cuenta con expresiones como la innombrable o la dama de negro; y para designar funciones biológicas básicas recurrimos a todo tipo de recursos retóricos, que han dado lugar a expresiones como sentarse en el trono.
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