La decadencia política y militar así como la crisis social y económica de España, se reflejaron en un nuevo estilo en el arte denominado Barroco. El ser humano del Barroco mostró una actitud de desengaño ante la vida y el mundo. Ese pesimismo dio lugar a diferentes reacciones que se manifestaron en la literatura de la época: angustia personal, crítica y sátira de la realidad, evasión mediante el entretenimiento, incluso conformismo o adaptación a las circunstancias.
Durante el Barroco apareció una sociedad muy preocupada por la política, la economía y las normas sociales, pero al mismo tiempo, amante de las fiestas y del lujo.
El
teatro: aunque existió el teatro de tema religioso, cobró especial importancia
el teatro de tema profano. Hacia mediados del siglo, aparecieron unas piezas
breves de carácter humorístico destinadas a ser representadas entre actos o
intercaladas en la comedia y que se denominaron pasos o entremeses. Lope de
Vega encontró una fórmula teatral, llamada comedia nacional, que satisfizo los
gustos del público. Dos de los dramaturgos más importantes de la época fueron
Pedro Calderón de la Barca, autor de dramas como El alcalde de Zalamea y La
vida es sueño, y Tirso de Molina, autor de El burlador de Sevilla.
La
prosa: reflejó las circunstancias que preocuparon a la sociedad barroca. Tuvo
una intención moralizante y crítica, atacó y ridiculizó los hechos y las costumbres
del momento. En ese momento también se publicaron numerosas novelas picarescas,
entre las que sobresalen Guzmán de Alfa Rache, de Mateo Alemán, y el Buscón, de
Francisco Quevedo.
Además,
se desarrolló la prosa didáctica y moralista, con obras como El criticón, de
Baltasar Gracián, en la que prevaleció un estilo conceptista. El ciclo de las
novelas de caballería se cerraría con la que es considerada la más importante
obra escrita en castellano DON QUIJOTE DE LA MANCHA, cuyo autor es Miguel de
Cervantes Saavedra
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